EL VIAJE DE ÓSCAR: ALASKA, EL ESTREMECEDOR SILENCIO DE LA NATURALEZA.

Este año, huyendo un poco del calor y buscando paz y la tranquilidad, decidí hacer mis vacaciones de Agosto, acompañado de mi familia y algunos amigos a Alaska, el estado más al norte y más despoblado de los Estados Unidos, para ello, decidí hacerlo en crucero y escogí la mejor naviera posible, Silverseas. 

Para descubrir Alaska, lo mejor es hacerlo en crucero, pues tan bonitas son las excursiones por tierra como la navegación en sí. Las vistas, el silencio, los paisajes y la paz que se respira hacen de la navegación uno de los mayores atractivos del destino. 

De las muchas rutas que hay la mejor, es sin duda, empezar en Vancouver y acabar en Anchorage, lo que permite navegar en sentido sur a norte evitando tener que regresar pasando dos veces por el mismo lugar, ampliando días de viaje tontamente, así que empezamos por Vancouver.

Bajo mi punto de vista, y he visto mucho mundo, es una de las ciudades más bonitas del planeta, al estar estratégicamente ubicada en una península, prácticamente toda la ciudad está rodeada por mar, con exuberante vegetación y las montañas rocosas de fondo, es uno de los pocos lugares en el mundo, dónde puedes ver las montañas nevadas desde la playa. 

A las afueras de la ciudad encontramos el parque de Capilano, con el puente colgante más grande del mundo, una experiencia en plena naturaleza que no se olvida fácilmente. 

El tercer día de viaje, embarcamos en el Silver Nova, uno de los barcos más modernos de la flota de Silversea. Navegar con ellos es símbolo de distinción y elegancia, así como calidad asegurada, el caviar y el champagne durante la navegación hacen que el destino, todavía brille más. La cantidad de espacios comunes por pasajero hacen que sientas que viajes casi solo y con total exclusividad, como decía mi amiga Isabel, “en este barco solo me encuentro gente en los ascensores” por cierto de cristal y colgados sobre el mar! 

Alaska es un paraíso natural, para los amantes de la naturaleza y la fotografía, un lugar único. Las inmensas secuoyas, te dejan sin respiración desde el primer momento, la inmensidad del verde, lo agreste del terreno, y las construcciones todas ellas bajas y de madera te hacen vivir un viaje en el tiempo. Es increíble ver los salmones saltando alrededor del barco y desde la orilla, algunos de ellos, casi del tamaño de un delfín, y aunque parezca más una imagen del Caribe que de Alaska, la cristalinidad de las aguas es increíble. 

Si he destacar dos visitas realmente especiales, tengo claras que serían el Scenic Railway de Skagway, el antiguo tren de madera que llega hasta la frontera con Canadá, dejando una visión de las montañas junto al mar dignas de una película, una experiencia única, que es a su vez un viaje de película, y la segunda, la zona de Icy Bay, donde las lenguas glaciares, llegan hasta al mar como si de grande erupciones volcánicas se tratara, si además tienes la suerte, como fue nuestro caso de ver grandes desprendimientos de hielo, el estruendo y la fuerza de la naturaleza te hace estremecer.

  Si yo le tuviera que poner un título a Alaska como destino, lo tengo claro, diría: Alaska, El estremecedor silencio de la naturaleza. 

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